Librero a mano — Julio a diciembre 2018

Cinemateca Solaris
8 min readJan 1, 2019

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La lectura durante la segunda mitad de año fue más productiva y variada.

Julio traía el mundial de Rusia al mismo tiempo que empezaban mis clases de Programación Web en el INA del Cerro Abejonal, en San Pablo de León Cortes. En esas primeras semanas de lecciones en las cuales trataba de entender nociones básicas de algoritmos y diagramas de flujo, empecé a leer Cerrado por Fútbol de Eduardo Galeano. Publicado póstumamente es una recopilación de escritos futboleros, además de algunos cuentos de ficción, entrevistas y textos inéditos. Aparte que la circunstancia mundialista lo ameritaba se trataba de volver a leer a Galeano, pero con otra mentalidad distinta. Hoy estoy lejos de ser ese izquierdista que leyó en pdf Fútbol a sol y sombra durante la militancia contra el TLC en 2007.

Resultó una lectura amena, a pesar de las diferencias ideológicas y futbolísticas. Digo futbolísticas porque a nivel de selecciones Uruguay está (junto a Turquía) en mi lista negra. Como muchos no olvidamos aquella tristemente célebre eliminatoria del mundial a Sudáfrica en 2009, el disputado repechaje en el que Uruguay eliminó por la mínima a Costa Rica. Sobre todo en esa bochornosa invasión al campo en el Centenario cuando Costa Rica empató con gol de Walter Centeno y se le iba a encima a los del “profe” Tabarez. Ahí fuimos testigos de esa idolatrada garra charrúa de la que se jactan y la que el propio Galeano desmitifica en su libro. Muy curioso por ejemplo que aquel emocionante partido mundialista entre Ghana y Uruguay es mencionado un poco de puntillas en Cerrado por Fútbol. Como diciendo que la dolorosa derrota de los heroicos ghaneses no tuvo que ver por la viveza y malicia de los uruguayos. Seguramente si la mano de Luis Suarez la hubiese hecho una selección con tradición colonialista, Galeano desataría todo ese indigenismo vehemente que lo caracteriza.

Paralelo a Cerrado por Fútbol iba leyendo El Terror de Dan Simmons, un libro que al final abandoné por la marcada extensión de sus 900 páginas. En medio año no llegué ni a la mitad. Al igual que con La Posiblidad de una Isla de Huellebecq iba más enfocado en otros libros que en el argumento de éste, a pesar que me fascinó de sobra su adaptación televisiva. No descarto más adelante retomarlo en otra circunstancia adecuada. Por otro lado leí Relatos de Marte, una antología de cuentos cortos de ciencia ficción producto de un certamen literario organizado por Radio Skylab. Ya lo había detallado previamente en una entrada en Medium.

Releía en el sanitario algunos breves textos de Días de Proletarización, al cual le terminé dando otra lectura completa. Ya me referí en algún momento sobre este compendio de mordaces reflexiones de un oficinista cartaginés en Escazú. Para quienes en algún momento trabajábamos ahí (en mi caso en los complejos de bodegas Guachipelín y no los oficentros aledaños a la rotonda de Multiplaza por donde estuvo Fabián Coto) el libro nos resulta tan ameno y divertido como superficial. Los oficinistas que describe Días de Proletarización entran en noción de que por más que asemejen su estilo de vida a la clase alta jamás llegarán a ser parte de ella. De mi parte como lector en cambio veo que para los operarios que laboran en las bodegas resulta un problema que difícilmente se les pase por la cabeza. Bastante tienen con llevar el día a día en su propio ámbito social, pues ya asumen entre estoicos y resignados que jamás saldrán de ahí.

Fue en Escazú dentro de la librería Buholica donde conseguí Máscara de Stanislaw Lem en una edición de la editorial Impedimenta. Parte de las que viene sacando del autor en una traducción directa del polaco al español. Lo comencé a leer enero y lo finalicé en la recta final del año. El libro recopila una serie de cuentos de ciencia ficción, algunos inéditos. Lem no suele ser complejo en su vocabulario escrito, aunque leerlo siempre es desafiante. Con estos relatos lo es, a tal punto que al finalizar más de uno no obtuve mucha idea sobre lo que trataba. Fue una lectura forzada para ser honesto y quizá debí de incursionar en más obras previas antes de ésta.

Con apenas el mínimo de idea sobre Arthur Schopenhauer como filósofo pesimista le entré sin planeármelo El arte de conocerse a sí mismo. Fue sugerido por un amigo que durante una visita me ofreció prestármelo. El libro aunque corto de extensión y con un título propio de una obra de autoayuda resultó difícil de digerir. Por la traducción, la poca claridad del autor para expresar sus ideas y yo mismo a la hora de comprenderlas. Si pude asimilar ideas como el hecho que el mismo Shopenhauer asume su incapacidad para llevar una vida “normal” y sentirse pleno ahí para desarrollar el pensamiento que lo caracteriza. No parece ir más allá de su cinismo criticando el estilo de vida del cual él es incapaz de desenvolverse.

Annemarie Schwarzenbach, escritora suiza.

Supe de Annemarie Schwarzenbach por una serie de podcast breves de Radio y Televisión Española titulado Mujeres Malditas. En alrededor de diez minutos la narración resume la vida de una mujer talentosa en su ámbito, la cual tuvo una vida trágica o tormentosa. En el caso de la autora de Muerte en Persia, el libro que leí, se trata de una suiza de clase alta quien incursionó diversas áreas como el periodismo y la arqueología; pero ante todo fue aventurera. Oriente medio fue destino de muchos viajes como el que inspira Muerte en Persia, el cual es en parte una crónica arqueológica y en parte la historia de un romance no correspondido. Schwarzenbach conoció el mundo y tuvo amistades influyentes, aunque diversas adicciones y relaciones tormentosas como la que mantuvo con su estricta familia le depararon una vida inestable a nivel emocional. Murió prematuramente a los 34 años no sin dejar una considerable obra literaria para su edad.

El año pasado abordé bastante lectura de la periodista Oriana Fallaci y para éste no quise dejarla de lado. En un inicio creía que El sexo inútil resultaba una obra menor de las que escribió la italiana, pero el libro me demostró lo contrario. Es la crónica de un viaje alrededor del mundo que hizo la escritora para detallar la situación de la mujer en el mundo. El libro hace mucho énfasis en los países asiáticos y las islas del Pacífico. Serían sus primeras confrontaciones con la cultura islámica y de cómo esta relegaba a la mujer dentro de su sociedad. Se adentra en Indonesia para encontrarse con las pocas comunidades en el mundo regidas por matriarcados. Viaja en un Japón en plena recuperación tras la Segunda Guerra Mundial, siendo un momento en que la mujer allá tiene un papel emancipador tras la ocupación norteamericana. El sexo inútil sería parte de una época en donde la autora empezaba a tener encargos más comprometidos.

No quise dejar de lado a la periodista y en mi primera compra en Amazón conseguí una edición digital de su biografía La Corresponsal, escrita por la también italiana Cristina De Stefano. Si creía que el año pasado me adentré bastante en su obra y vida, este libro me demostró que había más sin conocer sobre la escritora. Su dura infancia en la Italia de la posguerra que moldearon su carácter. Sus inicios en el periodismo en su natal Florencia, el salto a la capital Roma y posteriormente al mundo. Su amistad estrecha con los astronautas del proyecto Apolo. Sobre sus relaciones sentimentales detalla a una mujer entregada y vulnerable cuando se enamoraba, pero rencorosa y vengativa tras la ruptura. Testimonios al por mayor de una persona que fue testigo de cerca en buena parte del siglo XX y sus protagonistas. Acerca de su literatura describe a Oriana Fallaci como una autora minuciosa hasta con las traducciones de sus novelas. Más que ser perfeccionista en su escritura estaba primero tener claridad con el mensaje que buscaba transmitir al lector.

Entrado el mes de octubre vino, además de marcados aguaceros, las lecturas de un par de libros del guatemalteco Eduardo Halfon: Monasterio y Duelo. Los comento juntos porque sus argumentos, aunque distintos, tienen en común el arraigo de un autor de ascendencia judía el cual creció en la tropical Centroamérica. Halfon es el personaje de su propia ficción quien está en constante cavilación de su identidad y las circunstancias en la que le tocó crecer. Son textos que parecen dispersarse en muchas direcciones o subrayen una y otra vez la misma anécdota.

Para la recta final del año Radio Skylab estableció su tercer club de cine y lectura: Contacto, la única ficción que escribió Carl Sagan y que posteriormente adaptó Robert Zemeckis a mitad de los noventa con Jodie Foster como protagonista. La película la he visto varias veces, pero la novela de Sagan me era inédita. Ahí figuraba más o menos largo dentro de la ciencia ficción que tengo pendiente para leer. Me llamó la atención algunas diferencias respecto al filme con la novela. Por ejemplo Sagan publicó Contacto en la década de los ochentas, la última década de la Guerra Fría. A diferencia del filme, la obra toma mucho en cuenta la cooperación internacional; pese al antagonismo de las potencias hegemónicas. Además, mientras que en la película toma una actitud más equidistante respecto a la religión, de la propia mano de Sagan surge una mentalidad más beligerante. El libro no pierde ocasión de ser divulgación científica. También de debatir las implicaciones teológicas y científicas en que una civilización extraterrestres trate de establecer contacto con los seres humanos.

En las últimas semanas del año sigo con un par de lecturas que probablemente finalice en 2019. Un hombre se trata del homenaje póstumo de Oriana Fallaci a Alekos Panagulis, activista y poeta griego con quien tuvo una intensa relación con la italiana. El otro es Todo fluye de Vasili Grossman, un periodista soviético que fue testigo de la Segunda Guerra Mundial en el frente oriental como las atrocidades del régimen de Stalin. Todo fluye va por ahí con una serie de personajes que regresan de los campos de trabajos forzados en Siberia y tratan de reinsertarse en la sociedad tras la muerte de Stalin. Todo contado con una marcada sencillez y humanidad. A Grossman se le conoce por Vida y destino, una obra ambientada gran parte en la batalla de Stalingrado y la cual muchos consideran a la altura de los clásicos de la literatura rusa. La tengo presente para leerla y comentarla acá ojalá no muy tarde.

Oriana Fallaci con Alexandros “Alekos” Panagulis

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