CHERNOBYL (HBO-Sky, 2019 Miniseries)

Cinemateca Solaris
12 min readJul 7, 2019

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Cuando sucedió el accidente en la planta nuclear de Chernóbil yo tenía alrededor de mes y medio de edad. Salvo coincidir en ese mismo año nada tengo en común con la tragedia, ocurrida en un país lejano que se terminaría desintegrando pocos años después. La primera vez que supe sobre Chernóbil fue en el Almanaque de Escuela Para Todos de 1987, uno de varios que mi papá coleccionaba y prácticamente era lo único a mano que tenía para leer entonces. Habrá también algún recuerdo televisivo que conmemore los cinco o diez años del suceso. Ha sido bien entrada en la era del Internet, cuando la escritora y periodista bielorrusa Svetlana Alexiévich ganó el premio Nobel de Literatura en 2015, donde me topé con el primer capítulo de su libro Voces de Chernóbil (1997). Fue un archivo pdf de veinte páginas el cual leí sin parar. Desde entonces lo que me he topado sobre el tema me despertó tanto interés como estupefacción.

Sobre la miniserie producida por HBO y la cadena británica SKY le seguía la pista en buena parte porque Jared Harris la iba a protagonizar. Hijo de un gran actor como lo fue Richard Harris, se ha venido labrando un nombre desde hace años. Para mí dejó de ser un secundario más cuando protagonizó THE TERROR (AMC, 2018). Fue una de las grandes series del año pasado, aunque pasó bastante desapercibida. Vaticinaba una recepción semejante con CHERNOBYL, más cuando iba coincidir con los últimos episodios de la temporada final de GAME OF THRONES. Quizá por el decepcionante cierre de ésta o por méritos propios de CHERBNOBYL, la miniserie ganó notoriedad desde el inicio; terminando en boca y teclado de todos.

Siendo uno de tantos libros que he pospuesto leer durante años, con las semanas de emisión televisiva de CHERNOBYL sería una gran oportunidad para entrarle finalmente a Voces de Chérnobil. Con las facilidades que ofrece el Kindle. Aunque inexplicablemente Svetlana Alexiévich no figura en los créditos la miniserie, ésta va de la mano con su libro . Se trata de una crónica coral de testimonios de los muchos personajes reales que tomaron parte de la tragedia o sufrieron los efectos de la misma. No es una lectura alegre, pero al mismo tiempo resulta adictiva para quien tiene curiosidad histórica y social de una zona del mundo acostumbrada a las calamidades.

“S01E01: 1:23:45”

La línea de tiempo nos mueve dos años después de la explosión, con Valery Legasov (Jared Harris) grabándose a sí mismo es una especie de testamento sonoro. Tras oír una cuerda tensada y ver unos anteojos en el suelo nos devolvemos a la madrugada del 26 de abril de 1986. Cerca de la pequeña ciudad de Prípiat, al norte de la entonces República Socialista Soviética de Ucrania. El reactor 4 de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin explota durante una prueba de seguridad. En una sala de control técnicos e ingenieros se encuentran en estado de shock, incapaces de asimilar lo que está sucediendo.

El inicio de la miniserie es vertiginoso, casi a tiempo real. Nos vemos deambulando entre los pasillos en ruinas para dar con el reactor, el cual es una auténtica puerta al infierno. Mientras los bomberos llegan para apagar las llamas sin saber a lo que se iban a exponer, tanto la dirigencia de la planta como las autoridades locales se reúnen en el subsuelo. En esos diálogos parecen tener más peso el autoengaño que asumir la seriedad de la situación. Un burócrata anciano, casi de la misma edad que la propia URSS, suelta un discurso conciliador que es toda una declaración de intensiones. “Dejen las cosas del Estado al Estado”, sentencia y recibe un aplauso unánime.

Todos salen del búnquer tranquilos hasta que las consecuencias del desastre caen por su mismo peso. Tras usar otros medidores los índices de radiación resultan más alto que los señalados al momento de la explosión. Al amanecer los técnicos de la planta logran ver las dimensiones de los daños. Los bomberos que atendieron el incendio llegan al hospital con las primeras secuelas de la la radiación: quemaduras y vómitos. En adelante nada se puede soslayar.

“S01E02: Please Remain Calm”

Aquí es donde entran en plenos los tres protagonistas. Si un punto alto tiene la serie son sus tres actores principales. El capítulo no resulta tan vibrante como al inicio, pero la carrera contra reloj se mantiene. El cierre del episodio es bastante claustrofóbico. La tragedia de Chernóbil llega a las altas jerarquías de la URSS. Si bien ministros como Boris Shcherbina (Stellan Skarsgård) no se sienten muy alarmados, el profesor Legasov hace externa su preocupación al mismo Gorbachov. Éste envía a Shcherbina y Legasov para valorar las dimensiones del desastre en Chernóbil y tomar las medidas necesarias.

Mientras tanto en un laboratorio en Bielorrusia la física nuclear Ulana Khomyuk (personaje ficticio interpretado por Emily Watson) toma noción de lo que está pasando en Chernóbil. Inútilmente trata de hacer entrar en razón al líder comunista de su localidad, un burócrata quien no se guarda ningún desdén hacia los profesionales de la ciencia. Hace alarde de llegar alto como político tras haber empezado como obrero en una fábrica de zapatos. Al margen de Chernóbil recuerda a algunos simpatizantes del Chavismo que se ufanaban de los orígenes del presidente venezolano Maduro como chofer de bus. El resto ya los sabemos de sobra.

Legasov y Shcherbina llegan a Chernóbil y para el científico la situación no podía ser más catastrófica. Las autoridades de la planta Bryukhanov y Fomin son apartados. Con algunos inconvenientes Khomyuk logra dar con Legasov y Shcherbina para plantearles otros problemas potenciales que se pueden dar dentro de la planta. La tragedia de Chernóbil pasa personas más competentes, a diferencia del principio en donde todos se echaban la culpa recíprocamente. O como en el caso del ingeniero en jefe Anatoli Diatlov (Paul Ritter) entran un obstinado negacionismo.

“S01E03: Open Wide, O Earth”

Hay avances paliativos que mitigan los efectos iniciales del desastre, aunque todavía se está lejos de una solución más definitiva. Ante la amenaza que la contaminación llegue a las aguas subterráneas se recurren a una legión de mineros, los cuales deberán cavar varios metros debajo del reactor para instalar un mecanismo enfriador que evite la fusión. Toscos y de pocas palabras, los mineros encaran su tarea con un estoico sentido del deber. Son malencarados sin importar a quien tengan en frente. Muchas sonrisas nos sacó la escena donde van llenando de carbón el impecable traje del burócrata que los recluta. “Ahora si eres el Ministro del Carbón”, le dicen.

Éste episodio vemos los terribles efectos de la radiación en el organismo humano. Directamente lo ve la profesora Khomyuk cuando emprende una investigación que indaga en el origen de la explosión del reactor. Tanto ella como Shcherbina y Legasov lidian con el Estado detrás del Estado: la KGB. En un hospital de Moscú la profesora se entrevista con los técnicos e ingenieros que estuvieron en la sala de control en el momento de la tragedia. En ese mismo lugar también están los bomberos de Prípiat como Vasily Ignantenko, encarnado por Adam Nagaitis a quien vimos en THE TERROR como el infame y carismático marinero Cornelius Hickey.

La historia del bombero Ignantenko y de su esposa Lyudmilla se detalla ampliamente en los primeros capítulos de Voces de Chérnobil. Observamos que tan grotescos quedaron los bomberos por la radiación, así como los ingenieros con los que se entrevista Kohmyuk. Deformes a tal punto que a la esposa de Vasily la vemos con un par de zapatos en mano, pues como se detalla en el libro de Alexiévich los pies de Ignantenko quedaron tan grandes que no pudieron ponérselos para su entierro. Los cadáveres tenían tal cantidad de radiación que los ataúdes de zinc debían revestirse de cemento y plomo. Aunque simple y corta, la escena que recrea el funeral de los bomberos resulta emotivo. Si algo me fascina de la URSS es que no escatima en recursos para homenajear a los suyos. Sobre todo aquellos que murieron por su país. Monumentos, placas o medallas conmemorativas asombran aún las más simples.

“S01E04: The Happiness of All Mankind”

La conversación que entablan la anciana que se niega a evacuar y un joven soldado es quizá el mejor inicio de toda la miniserie. Contrapunto al viejo burócrata que vimos en el episodio uno, la anciana resume casi cien años de la historia de su territorio. Que siglo a siglo cambia de fronteras, gobernantes e ideología. Habla cuando la encontraron los hombres del zar y los bolcheviques en la Revolución de 1917, el fin de la dinastía Romanov y el surgimiento de la URSS. Vivió posteriormente la hambruna ucraniana de principios de los años 30 en la época estalinista. La misma que Vasili Grossman detalla en Todo fluye (1970) en un conmovedor capítulo. También habla de la invasión nazi durante la Gran Guerra Patria, como conocen los rusos a la Segunda Guerra Mundial. Si la vieja permaneció impasible en su hogar con todas esas calamidades difícilmente se mueva por una amenaza invisible, como se refiere a la radiación de la que le habla el soldado.

Kilómetros a la redonda de la central nuclear zonas urbanas y rurales son evacuadas. También se emprende una exhaustiva limpieza donde se mide la radiación en cada kilómetro cuadrado. En la serie el sonido de los contadores geiger resulta omnipresente. Secunda a la banda sonora hecha por la islandesa Hildur Guðnadóttir, melodías ambientales de tono industrial que también suenan a réquiem. Brinda a los episodios de la serie ese aire de terror y cine post-apocalíptico del que se menciona bastante en muchas reseñas. Pero es drama histórico lo que se ve.

En los meses posteriores a la explosión del reactor se emprendió la ardua tarea de minimizar la dispersión de la contaminación radiactiva. La serie vuelve a retomar otro testimonio detallado de Voces de Chernóbil. El de un grupo de cazadores locales están a cargo de matar animales silvestres y domésticos expuestos por la radiación. En la miniserie los vemos como soldados soviéticos: dos curtidos veteranos de la Guerra de Afganistán y un novato quien nunca ha disparado un arma, inspirado en palabras de Craig Mazin (guionista de la miniserie) en el joven protagonista de Idí i Smotrí (Ven y Mira, 1985) de Elem Klimov. El soldado Bacho (Fares Fares) es rudo pero paciente con el novato Pavel (Barry Keoghan), quien todavía duda en disparar a los animales que amistosamente se le acercan. Poco a poco va perdiendo los escrúpulos para hacer la penosa tarea.

Cerca de la planta mientras tanto los escombros del grafito radiactivo todavía están expuestos al aire libre. La idea es tirarlos hacia el fondo del reactor y para comenzar a construir una estructura que lo tape. En un principio la limpieza corre a cargo de rovers lunares y un robot alemán, pero éstos sucumben ante la radiación. Para Legasov no queda opción que recurrir a personas de carne y hueso para mover los escombros radiactivos. A toda esa gente se le conoció como Liquidadores, que fueron desde soldados regulares a voluntarios que conocían o no a lo que iban. Svetlana Alexiévich recopiló testimonios de algunos en su libro. Éstos debían trabajar durante minuto y medio en el techo de reactor, pues a mayor tiempo la exposición podía ser más letal de lo que ya era. Para los soldados en servicio era escoger 90 segundos de radiación o dos años peleando en Afganistán contra los Muyahidines y todas esas milicias que serían el germen de Al-Qaeda. Quienes no murieron como los personajes del episodio anterior tuvieron una vida más larga, pero acortada por el cáncer o por discapacidades motoras. Se estima que en Chernóbil trabajaron alrededor de 600 mil, aunque nadie se pone de acuerdo en cuanto a la cantidad de bajas.

“S01E05: Vichnaya Pamyat”

No se trataba de una ciudad particularmente grande, menos con un pasado extenso o ilustre como sí lo tienen muchas ciudades alrededor de las extintas repúblicas soviéticas. Fundada en 1970 Pripiat era una ciudad cuya finalidad giraba entorno a la planta de energía nuclear. Para la URSS era una urbe modelo en la cual sería su escaparate al mundo, un espacio sano y sin privaciones que iría de la mano con la modernidad. Las escenas iniciales de éste episodio nos remiten a horas antes de la catástrofe, mostrándonos a varios personajes que vimos en el primer capítulo desenvueltos en la normalidad. Sin tener idea que iban a exponerse a la radiación y a sus consecuencias.

En el presente de la trama a no muchos kilómetros de distancia de la central nuclear y de Pripiat, se efectúa en la ciudad de Chernóbil el juicio donde se establecen las responsabilidades del desastre. Un mero trámite solemne para culpabilizar al director de la planta Víktor Briujánov .y los dos ingenieros jefes: Anatoli Diátlov y Nikolai Fomín. Previamente Legasov había detallado los sucesos de Chernóbil en una conferencia de la Agencia Internacional de Energía Nuclear en Viena. Aunque omitió detalles de la investigación de Khomyuk que implicaban al Estado, coaccionado por la KGB. En el juicio rinden declaración ésta última junto con Shcherbina, Khomyuk y su colega. Legasov nos explica de una forma sencilla cómo se desencadenó la explosión, que nos remite mucho al argumento del primer capítulo.

Al margen de lo televisivo la miniserie de HBO y Sky ha sido buena oportunidad para reafirmar en muchos el anticomunismo y la fe en el libre mercado. Motivos no faltan para criticar el socialismo soviético caer en lo opuesto puede resultar parodiable. El Legasov de Jared Harrid al final del juicio denuncia justamente eso: aceptar el maniqueísmo ideológico como infalible. El costo de las mentiras no es exclusivo de los burocráticos y estatistas gobiernos socialistas. Casos como el Bhopal en 1984 son ejemplo de que cómo también una tragedia industrial puede surgir por la negligencia de una empresa privada. Verdades que explotan a la cara, que tratándose de una URSS mermante como Estado fue Chernóbil lo que aceleró su decadencia.

Hoy en día el peligro de la radiación no es tan marcado como en las semanas posteriores a abril de 1986. En el lugar donde explotó el reactor 4 de la planta se han construido varios sarcófagos para evitar que la radiación se propague. El último que se construyó en 2017 tiene unas dimensiones faraónicas y se estima que tendrá una vida útil de unos 100 años aproximadamente. En la zona de exclusión, la más afectada por la contaminación, la vida salvaje se impone poco a poco. Si bien muy pocos viven permanentemente, tanto la planta como la ciudad de Pripiat tienen visitantes esporádicos que van desde funcionarios públicos, artistas, fotógrafos, curiosos o incluso chatarreros. A los visitantes se les recomienda no alargar mucho la estadía

Decía Svetlana Alexiévich recientemente que antes de Chernóbil no había ningún precedente literario que sirviera de guía para encarar ésta tragedia. Sólo entrando en la ciencia ficción, con el libro Picnic a la orilla del camino (1972) de los hermanos Arkadi y Boris Strugalski, nos encontramos con un entorno semejante que resultó premonitorio. Andrei Tarkovsky lo adaptó en Stalker (1979), una de sus grandes películas. Si el stalker del filme quedó indignado por la mentalidad del Profesor y el Escritor dentro de la Zona, hoy estaría más enojado con los “youtubers” e “influencers” de Internet. Están pululando actualmente en las calles de Pripiat y las cercanías de la planta con actitud morbosa y frívola. Debido al éxito de la serie aumentó considerablemente la afluencia de turistas en la Zona de Exclusión, de los cuales no todos vienen con las intensiones más sensatas. Ojalá que tras la serie también se despierte interés en Voces de Chérnobil. También de Aliexévich estoy leyendo Los muchachos de zinc (1989), sobre los soldados soviéticos que pelearon en Afganistán. Resultan obras tan amargas que uno como lector deseara que fueran ficción.

Referencias

· Svetlana Alexiévich, la voz de Chernóbil

· «Chernobyl»: una crónica del futuro O el horror de la burocracia

· Lo digo ya: «Chernobyl» va a ser la mejor serie del 2019

· Chernóbil: El átomo y las posverdad

· Chernobyl nuclear disaster — in pictures

· Tarkovsky en modo ciencia-ficción: la película que se adelantó a Chernobyl

· Chernóbil fue más que Chernobyl

· El largo camino hacia Chernóbil

· Prípiat: La ciudad fantasma — Documental de RT

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