Cartelera de Semana Santa, 2017.

Cinemateca Solaris
9 min readApr 26, 2017

Es cuestiones teológicas si me preguntaran si soy creyente o no, citaría a Luis Buñuel diciendo que soy ateo gracias Dios. Hace años que dejé de ir semanalmente a la Iglesia, salvo en la sana solemnidad que ameritan las bodas y funerales. Fuera de esos debates y polémicas sin fin no me veo como un escéptico de la religión que la martilla sin nada de autocrítica. También es cuestionar la fe o la falta de ella. No gana quien impone con volumen alto su criterio, sino los que intentan resolver esas preguntas sin respuesta definida.

Para eso se escriben libros o se hacen películas, lo que concierne en éste espacio. Llevo al menos un par de años recetándome una tanda de cuatro o cinco películas para mirar en Semana Santa. Dejando a un lado los clásicos del Péplum, que la televisión abierta nos receta todos los años. Para éste año quise ir más allá con ocho filmes. Una por cada día santo. Siete películas inéditas y una segunda vista. Títulos con buen potencial para generar discusión y en menor medida para apagar el cerebro en un momento. Acá se enlistan:

  • DOMINGO DE RAMOS: Nazarín (1959) de Luis Buñuel.
  • LUNES SANTO: Simón del Desierto (1965) de Luis Buñuel.
  • MARTES SANTO: The Vessel (El Navío, 2016) de Julio Quintana.
  • MIERCOLES SANTO: Life of Brian (1979) de Terry Jones.
  • JUEVES SANTO: Det sjunde inseglet (El Sétimo Sello, 1957) de Ingmar Bergman.
  • VIERNES SANTO: Last Days in the Desert (2016) de Rodrigo García.
  • SÁBADO DE GLORIA: Exodus: Gods and Kings (2014) de Ridley Scott.
  • DOMINGO DE RESURRECIÓN: Silence (2016) de Martin Scorsese.
Nazarín (1959)

Inauguro la cartelera con un par de películas de Buñuel. El ateo en cuestión con una gran fascinación por la simbología y el mensaje cristiano. Para criticar a la religión se debe conocer bien, parece ser su consigna. Pocos como el español para caricaturizar con maestría esos tópicos. Exiliado en México Buñuel se afinca en la periferia azteca para filmar algunos de sus clásicos. Nazarín es la adaptación de una novela de Benito Pérez Galdós. Retrata a un piadoso cura caído en desgracia, quien emigra de los barrios pobres de la ciudad al campo para iniciar una vida como peregrino. A penas andando con lo que lo mantiene en pie.

Como años antes se vio en Los Olvidados (1950) en Nazarín se ven seres marginados y deformes. Esos quienes inspiran pena y ternura al mismo tiempo. Hay secuencias oníricas y surrealistas (ver ese Cristo bajo el efecto del epazote) con Gabriel Figueroa en la dirección de cámaras. Merece una digna restauración los negativos y rollos que filmó, muchos de los cuales hoy no se encuentran en la mejor calidad. Como es habitual en las películas de Buñuel no hay final feliz en Nazarín. El personaje entiende con descorazonado pesimismo que la calamidad y la pobreza no discriminan entre quienes practican la bondad o maldad. Eso y las múltiples lecturas sobre la caridad.

Fallida película a seis manos, Simón del Desierto es un hilarante filme de 45 minutos sobre un monje que ayuna en penitencia parado en una columna. Delante y detrás de cámaras están los habituales de Buñuel como el actor Javier Fernandez, el enano carismático que vimos también en Nazarín. Mención a parte a Silvia Pinal haciendo al diablo en diversas formas, para buscar caer en pecado al greñudo de Simón. El final de la película puede que nos deje perplejos o risueños a los espectadores. A fin de cuentas en una película de Buñuel el orden y cordura no suele estar muy presente.

The Vessel (El Navío, 2016)

Apadrinado en la producción por Terrence Malick, The Vessel (El Navío, 2016) es la película del puertorriqueño Julio Quintana. Trata sobre un pueblo costero que carga con la amargura de un tsunami, el cual acabó con los niños del lugar mientras estaban en la escuela. El sitio entonces carga un aura decadente y de abandono. Resentidos con la fe hasta que un joven ahogado resucita inexplicablemente. El filme es rodado en inglés con unas pocas líneas en español.

La película cuenta con un reparto hispano salvo por Martin Sheen, quien trabajara con Malick en Badlands (1973). En el filme interpreta a un sacerdote católico más persistente y relevante que olvidable Javier Bardem de To The Wonder (2012). Lucas Quintana, el protagonista en cuestión, resulta una versión más apática de otros piadosos de la fe. A regañadientes hace yunta inicial con el padre Douglas (Sheen) en su proyecto de fe no exento de tropiezos. Generalmente cuando Malick se limita a producir las películas resultan algo más redondas. Eso no significa que falte profundidad en su mensaje. Están presentes el discurso panteísta y una cinematografía evocadora, constantes del cineasta texano.

Life of Brian se me quedó pendiente del año pasado. Es una versión satírica del nuevo testamento, que en su momento causó mucha controversia. Brian (Graham Chapman) es un judío que nace en el mismo día que Jesús. Durante toda su vida se verá insólitas situaciones entorno a la divinidad mesiánica que le recae a él. El filme es producido por los Monty Phyton, comediantes británicos que son la versión cineasta de Les Luthiers. Sus integrantes interpretan a varios personajes durante la trama. Desde soldados romanos a judíos activistas por la liberación de Judea. Con éstos últimos hay una memorable escena que ha inspirado a más de un comercial electoral.

Det sjunde inseglet (El Sétimo Sello, 1957)

Para el Jueves Santo selecciono una película vista varias veces. Sin embargo, todavía me sigue siendo relevante. Cuando comenzaba a ver cine en serio por por ahí del 2007, Hitchcock y Bergman eran con los que empezaba. Miraba El sétimo sello por primera vez en un DVD pirata en el que también estaban El perro andaluz (cortometraje hecho por Buñuel y Dalí cuando se llevaban bien) y Flying Padre, un corto documental de nueve minutos realizado por Stanley Kubrick que nunca miré. La vi por última vez hace tres años y justamente es en éste que se cumplen 60 años de su estreno.

El sétimo sello quizá sea la película más conocida de Ingmar Bergman. En cualquier libro sobre cine siempre estarán Antonius Block (Max Von Sydow). frente a frente con La Muerte jugando al ajedrez. En el primer encuentro de ambos el caballero parece resignado a suerte, pero aún busca hacer tiempo para encontrar migajas del significado de la existencia y la vida eterna que promete la liturgia cristiana. Antonius y Jöns ( Gunnar Björnstrand), su escudero, regresan cabizbajos de las cruzadas como John Wayne lo haría al comienzo de The Searchers un año antes.

Ambos personajes evocan una relación semejante a la que veríamos en Rome (HBO, 2005–07) con Lucius Vorenus y Titus Pullo. Caballero y escudero encuentran el país devastado por la peste y expuesto al pillaje. Los juglares apenas logran ganarse la vida entre las aldeas, donde se persiguen a las brujas y acogen el paso de siniestros penitentes. El ambiente es sombrío y las dudas siguen sin aclararse, pero Antonius Block puede sonreír y encontrar el chance para un último acto piadoso. Hasta que en su castillo bajo la tormenta, leyendo el Apocalipsis de Juan, su tiempo finalmente termina.

Last Days in the Desert (2015).

Tenía expectativa de ver Last Days in the Desert (2015) por Emmanuel Lubezki trabajando para otro director, Rodrigo García, quién es un viejo conocido suyo. Quizá de las ocho películas vistas ésta es la con la que me siento un tanto decepcionado. En una forma menos estrafalaria que la película de Buñuel, el filme recrea la etapa de ayuno y penitencia de Jesús en el desierto. Ewan Mcgregor lo interpreta al igual que al diablo con su misma apariencia, aunque pareciera actuar para otro tipo de película. Más convincentes está el resto del reparto: Tye Sheridan como el hijo, Ayelet Zurer como la madre enferma y sobre todo Ciaran Hinds la cabeza de una familia que sobrevive en el desierto de forma precaria.

Las locaciones se presentan para la buena cinematografía, aunque de Lubezki hemos visto mejores. El argumento no se ve muy claro. Probablemente por se deban a los cabeceos de sueño en la recta final de la película. Le podría dar otra oportunidad, si me dieran a escoger entre las producciones de televisoras evangélicas que se encuentran en UHF.

Para el sábado miré la película más comercial de las seleccionadas. No puse muy exigente con Exodus: Gods and Kings de Ridley Scott, filme con la finalidad de entretener en buena parte. De todas maneras se trata de Ridley Scott, autor de clásicos en sus inicios y que aún mermado no se va acartonar. En Exodus vemos a un Moisés (Christian Bale) más militar que profeta y las plagas egipcias más terrenales que divinas, excepto evidentemente en la última. El paso por el Mar Rojo no es tan espectacular en su comienzo, pero sí en su desenlace.

Para el Domingo de Ramos pensaba ver Silence, aunque por la duración y agenda la dejé para una semana después. No suele figurar mucho en primer plano, pero la religión también es tema habitual en el cine de Martin Scorsese. Es complemento sutil en sus películas de mafiosos, también siéndolo como tema principal. Fue el caso de la adaptación de The Last Temptation of Christ (1988), cinta que relata una versión alternativa de los evangelios donde un Jesucristo interpretado por Willem Dafoe decide bajar de la cruz para vivir una vida como cualquier otro ser humano. La película no se salvó de la ira católica y de la censura en algunas salas de cine. En parte por reinvindicar de forma positiva la figura de Judas Iscariote (Harvey Keitel). En Silence se encontrará un personaje evocado en él.

Silence (2016)

Silence es la adaptación homónima del libro de Shusaku Endo, escritor japonés católico practicante. Se llevó primero al cine en 1971. Scorsese por su lado llevaba más de una década haciendo pre-producción de ésta película. Se ambienta en el Japón del siglo XVII, donde los misioneros jesuitas intentaban expandir el catolicismo al país. Al recibir una carta un par de sacerdotes (Andrew Gardfield y Adam Driver) deciden ir a Japón para indagar en el paradero de su mentor misionero (Liam Neeson) y de paso evangelizar las localidades que encuentren. Remite a Apocalypse Now en esas búsquedas que transforman a las personas durante su recorrido.

La tarea no resultará fácil. Los credos foráneos son perseguidos implacablemente por las autoridades niponas, que imponen el budismo para mantener su orden establecido. A pesar de tener fama de todo terreno, los misioneros jesuitas se verán impotentes ante los brutales actos de apostasía que someten a los japoneses católicos y a ellos mismos. Mientras que al otro lado de la pantalla el espectador mantiene un constante debate interno. Silence es de las películas que exigen y ponen a cuestionarse cosas. Curioso ver como en ciertos lapsos del metraje, la fe de los evangelizados resulta más fuerte que la de los evangelizadores. Gente que ve en la religión como su único soporte y posesión de valor para soportar la vida terrenal.

Por ser una película más seria en pretensión artística Silence pasó un poco desapercibida. Estrenada al filo del año el filme solo logró una nominación al Oscar en Mejor Cinematografía a cargo de Rodrigo Prieto, otro mexicano con trayectoria en Hollywood . Éste enmarca virtuoso los exteriores con paisajes despejados y nublados. Mientras que a los espacios cerrados con lo justo de luz. La imagen secunda otro aspecto importante para historia, el silencio que le da nombre y arma el debate en el filme. La ausencia de esa divinidad a la que se reza, la cual es interpretada de muchas formas para dar sentido a las convicciones.

Hasta la Semana Santa del otro año.

Silence (2016)

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